"Nunca olvidaré la primera vez que llegué a Bourke a visitar a las hermanas. Fuimos a las afueras de Bourke. Allí había una gran reserva donde los aborígenes vivían en esas pequeñas chozas hechas de hojalata, cartones viejos y demás. Entré en uno de esos pequeños cuchitriles. Lo llamo casa, pero en realidad era sólo una habitación y dentro de la habitación estaba todo. Le dije al hombre que vivía allí "Por favor, deje que le haga la cama, que lave su ropa, que limpie su cuarto". Él no cesaba de decir: "estoy bién, estoy bién", "pero estará mejor si me deja hacerlo", le dije. Por fín me lo permitió. Me lo permitió de tal modo que, al final, sacó del bolsillo un sobre viejo, que contenía un sobre y otro más. Empezó a abrir uno tras otro y dentro había una pequeña fotografía de su padre, que me dió para que la viera. Miré la foto, le miré a él, y le dije "Usted se parece mucho a su padre". Rebosaba de alegría de que yo pudiera ver el parecido de su padre en su rostro. Bendije la foto y se la entregué, y otra vez un sobre, un segundo sobre y un tercer sobre, y la foto volvió de nuevo al bolsillo, cerca de su corazón. Después de limpiar la habitación en una esquina encontré una gran lámpara llena de polvo, y le dije: "¿No enciende ésta lámpara, ésta lámpara tan bonita?". El contestó: "¿Para quién?, hace meses y meses que nadie ha venido a verme. ¿para quién la voy a encender". Entonces le dije: "¿La encendería si las Hermanas vinieran a verle?". Y el respondió "Sí". Las hermanas comnezaron a ir a verle sólo durante 5 o 10 minutos al día, pero empezaron a encender esa lámpara. Después de un tiempo, él se fué acostumbrando a encenderla. Poco a poco, poco a poco, las Hermanas dejaron de ir. Pero al pasar por la mañana le veían. Después me olvidé de ésto, pero al cabo de dos años, el mandó que me dijeran: "Digánle a Madre, mi amiga, que la Luz que ella encendió en mi vida, sigue ardiendo".
(anécdota real, relatada por la propia Madre Teresa. Extractado del libro "Ven, sé mi Luz")
11 comentarios:
Tengo los ojos bañados de lágrimas. Preciosa historia de la Madre Teresa y Santa.
Muchas gracias por compartirla
Un hermosura Kara. Muchas gracias..!
Un abrazo
Realmente en esa casa se encendió algo más que una luz. ¡qué preciosidad de anécdota! Seamos también dóciles para saber encender muchas luces.
Un beso
¡Kara es muy bello este relato!
¿Cuantas personas habrán encendido mi Luz?
Me siento privilegiada y le agradezco a Dios que ha permitido que haya personas que también han encendido mi Luz.
Hermoso, Kary, hermoso.
Una hermosura de historia,me quedo con ese poco a poco, poco a poco... asi las cosas van calando... las luces se van encendiendo en nuestra vida...
Gracias Kara !
Huy Kara gracias que bonito es entrar aqui y encontrarte con esta historia, son estas realidades las que busco en el dia para seguirlo con esa lampara siempre encendida en mi corazón. un abrazo,gracias mil gracias y que Dios te bendiga
gracias por esta invitación de hoy hacer que la luz de los que me rodean brille y de aquello que esta apagada encerderla gracias mil gracias que el señor te conceda la gracia de ser siempre luz para aquellos que se acerquen a ti muy unidas en oración y un abrazo
Las lámparas se hicieron para alumbrar.
Esa historia puede ser motáfora de una realidad que no debemos olvidar, toda persona con fe es una lámpara, una bela, un cirio...debemos prender y dar luz a los que están apagados, para que a su vez ellos prendan a otros. Somos como la antorcha olimpica que se da el relevo de un atleta a otro hasta llegar a la ceremonia que da comienzo a las olimpiadas. La primera llama nos viene de Dios mismo, no cometamos el error de romper la cadena de luz...de trasmitir la fe.
gracias Kara por todo que Dios te conceda lo que pide tu corazón y muy unidas en oración y un abrazo buen fin de semana
Lo que hace el amor de Dios mediante instrumentos de bondad como la Madre Teresa de Calcuta.
Lo que hace el amor de Dios!
Publicar un comentario